(Por Marcos Loreto) Las 24
horas del día, por momentos, parecen interminables. Pero, ¿es
verdaderamente así? Seguramente bajarán varias negativas si esta
pregunta se la hacemos a algún joven que está estudiando una
carrera terciaria y que a la vez esté compitiendo en un deporte. Las
horas se acortan y los tiempos se agotan rápido. David Revaz y Juan
Cruz Servera cuentan sus experiencias y forma de vida.
Tampoco se puede hablar de
que el tiempo se divide en dos, porque se sabe que estudiar y
competir conllevan varias actividades asociadas, como por ejemplo
cursar, realizar trabajos, jugar partidos o entrenar. El cansancio es
aun mayor cuando dentro de todas estas actividades hay un viaje de
por medio. Ése es el caso del Colo Servera, quien estudia
Administración de Empresas y todos los fines de semana tiene que
viajar a Pergamino, provincia de Buenos Aires, para jugar al fútbol.
"Viajo muy seguido de lunes a viernes. Trato de ir a Pergamino
por lo menos un día en la semana para entrenar con mis compañeros y
después voy a jugar el sábado o domingo. Se me hace un poco difícil
manejar el tiempo, pero ya estoy acostumbrado y la rutina me lleva
solo", confesó.
Entonces, ¿cómo logran
estos chicos poder acostumbrarse a la rutina? Revaz explica un poco
cómo hace para estar bien en forma física a la hora de jugar los
partidos que disputa con Alumni de Casilda en la Primera A, y
estudiar Veterinaria. "Es complicado, y hasta hoy en día se me
hace difícil dividirme los tiempos. La cursada la hago a la mañana,
luego cuando llego estudio a la tarde. Después entreno a las 20.30.
Y por ultimo los días de partido (viernes o domingos), que empiezan
a las 20.30, llego a mi casa a las 23.30", explicó Chiqui.
Varias son las actividades
que tienen que hacer los chicos durante el día. Esto seguramente les
afecta en su rendimiento. Un jugador de básquet profesional tiene
como mínimo dos turnos de entrenamiento todos los días. Obvio que
esta vida le sería imposible a Revaz, si además tiene que seguir
con su segundo año de Veterinaria. Sobre la merma de rendimiento a
causa de las dos actividades, el basquebolista dijo: "Posiblemente
avanzaría más rápido en la carrera si no tuviera que jugar o
estudiar, pero por motivos económicos necesito seguir jugando, y es
algo que no me quita tanto tiempo como un trabajo común". Así
queda en claro que también ambas actividades muchas veces dependen
de la otra, como lo es en el caso de Chiqui, a quien el básquet le
da una entrada económica que lo ayuda a poder bancar su carrera
facultativa.
En cambio, Servera siempre
quiso ser más y lo deja bien en claro: "Yo hoy podría ser el
nueve de Boca, el que le baje todos los pelotazos a Riquelme, pero me
quedé. Tuve que empezar a estudiar y eso me mató. Mi rendimiento
bajó notablemente y hoy estoy en un gran club (Sírio de Pergamino),
pero yo sé que podría estar jugando en Primera del fútbol
argentino".
Cuando ellos tienen que
elegir con cuál quedarse de las dos, por lo general, todos se
inclinan al deporte. No es el caso de Revaz: "Hoy en día elijo
el estudio, quizás un par de años atrás te hubiera respondido que
quería dedicarme al deporte, porque me llenaba el alma. Me hacía
sentir bien, pero hoy ya estoy más del lado de los animales. La
imagen que tengo ahora de mí es curando perros, gatos, caballos y
demás".
Contrario es el pensamiento
de Servera, quien supo ser elegido como mejor jugador del fútbol de
Pergamino. "¡Aguante
el fútbol! Nada me va a gustar más que jugar al fútbol. No me veo
en otra cosa. Ahora estoy estudiando Administración de Empresas para
dejar conformes a mis padres, pero si en algún momento me pongo las
pilas y me lo propongo como meta personal, en un año me ven todos
jugando en Boca", añadió el delantero.
Dos opiniones distintas,
dos miradas desiguales, pero una forma de vida muy parecida. Estos
dos jóvenes supieron dejar en claro las problemáticas que deben
sufrir todos los adolescentes cuando su destino es incierto y ningún
club los apoya económicamente para que se puedan desarrollar
plenamente su actividad.
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