Nicolas
Erbes, kinesiólogo del Argentino B mostró todas sus habilidades
y cómo es un partido en la parte médica del plantel
(Por
Manuel Ceballos) Todo arrancó a las 18.15, cuando Nicolás Erbes
empezó con los trabajos pre competitivos junto con el preparador
físico, anticipando al comienzo del partido de la primera división
de Atlético Paraná frente a Rosamontes de Misiones. La noche
comenzó a caer, la gente llegó al estadio y los jugadores se movían
haciendo ejercicios dentro del campo de juego. A pesar de la aparente
tranquilidad, dentro de los vestuarios todo era más tenso: tres
pilares fundamentales del equipo presentaban molestias, producto de
golpes y roces normales producidos en el partido anterior, por lo que
fueron auxiliados por el kinesiólogo, responsable de dejarlos en
condiciones.
Después
de las correspondientes revisiones y masajes, todo marchó de la
mejor manera y sin sobresaltos. Los jugadores estaban listos para
salir a la cancha, momento en que se escuchó al ayudante técnico
decir: “Hoy cueste lo que cueste, tenemos que ganar”. Después de
haberse cambiado, y ya con la vestimenta para entrar al campo de
juego, empezó la charla del DT que muchas veces nombró y expresó
que el partido era clave para su continuidad y la situación anímica
de todo el plantel. A partir de esto, se unió el equipo antes de
salir y el capitán dejó sus palabras de motivación para los once
que salieron a jugar.
Sentado
en el banco de los suplentes, el kinesiólogo debió entrar en acción
rápidamente, ya que el marcador de punta derecha recibió un golpe
del delantero rival en la rodilla derecha. No fue grave, sólo un
golpe normal que puede recibir cualquiera dentro de una cancha de
fútbol.
En
los primeros 15 minutos de juego todo transcurrió de manera
tranquilo, con muy buen nivel de juego y muy poco trabajo del cuerpo
médico del equipo. “No pasa nada che, es muy raro que Marcos no se
haya tirado todavía o pedido asistencia”, expresó Erbes entre
risas, haciendo referencia al puntero izquierdo del plantel, al que
además definió como el más mañoso de todos. “En todos los
partidos siempre tiene una molestia”, dijo, lanzando un comentario
que generó risas y rompió con la seriedad de algunos que estaban
tensos mirando el partido.
Pasando
la media hora, el conjunto visitante marcó el primer gol del
partido, donde el arquero recibió un golpe en la cabeza posterior al
cabezazo del delantero rival. En breve fue atendido y pudo continuar
en el partido. El árbitro terminó la primera etapa y en el
entretiempo hubo cambio de vendajes para dos defensores y masajes en
el posterior izquierdo para el enganche, Martín Trinidad, que
manifestó un fuerte golpe.
Sin
más conflictos, el cuerpo técnico volvió al banco de los suplentes
a la espera del segundo tiempo. En el camino, el kinesiólogo
exclamó: “A veces es difícil hacer entender a un jugador que no
puede seguir y que yo no puedo hacer nada para que siga jugando. Si
lo exijo, lo puedo terminar lesionando de una mala manera y después
las consecuencias caen sobre mí”.
Comenzó
la segunda etapa y todo siguió de la misma manera. Los minutos
pasaron y el técnico decidió meter el primer cambio para cambiar el
aire. Pablo Sione, mediocampista central, debió dejar el campo y,
cuando llegó al banco, pateó los asientos y dejó unas palabras en
el aire. Muy cerca suyo, Erbes contó que la relación del número
cinco con el DT no es muy buena.
El
tiempo pasó y se agotaron los cambios, no faltando mucho para
terminar. “Yo lo vivo de la misma manera que el jugador y ojala
pudiera cambiar las cosas que pasan adentro”, confesó el
kinesiólogo faltando diez minutos para el final del encuentro, donde
Atlético Paraná no logró conseguir el empate: después de dar dos
minutos de adición el juez dio por finalizado el partido.
Todos
los jugadores se encaminaron al vestuario y, después de ducharse,
recibieron la charla del DT y se retiraron. Sin más trabajo, Nicolás
Erbes dejó el estadio y reconoció que no fue un día agotador de
trabajo ya que las dos semanas de parate previas al partido le
hicieron bien a muchos jugadores. “Espero que vuelvan, cuando las
papas quemen”, dijo el trabajador silencioso del cuerpo técnico.