El Bocha recordó sus inicios en Juventud de Pergamino y también
el paso a paso que tuvo como jugador y ahora como entrenador (Por Marcos Loreto) De un barrio humilde de la localidad de Pergamino, Buenos Aires,
a las mejores inferiores de Ferro, con Carlos Timoteo Griguol. Con paso por la selección
juvenil de Argentina, más de 500 partidos en Primera División y un glorioso ascenso como
asistente técnico con Douglas Haig al Nacional B, Fabián Biazotti se enorgullece al contar
anécdotas, vivencias y cómo fue su transición jugador-técnico. - ¿Cómo fueron tus inicios en el fútbol? - El inicio fue en Juventud de Pergamino, a los 13, cuando salió la posibilidad, por
intermedio de José Fantaguzzi, de hacer un partido amistoso con Ferro. Yo estaba
en las selecciones juveniles de Pergamino. Fue una posibilidad linda. Ahí Ferro, que
miraba muchos chicos del interior, se interesó por mí y a los 14 me fui a Buenos Aires.
No conocía nada y me costó muchísimo. Me acuerdo una anécdota: un día lluvioso yo
extrañaba mucho a mi familia y a mis amigos, llegué a la noche a la pensión, me armé el
bolso y justo por la puerta de la pensión pasaba la línea 44, que me llevaba a Retiro. Salí
con los bolsos y me paré en la puerta. Pasó algo, eso que no se puede explicar, porque
los colectivos pasaban cada 5 minutos y ese día se demoraron un rato. En ese tiempo me
arrepentí, me volví y me largué a llorar. Al final, agradezco no haberme ido (risas). - ¿Cómo fue tu debut? - Fui sumando de a poco y a los 17 me suben a Reserva, en ese entonces era muy
importante porque con Griguol en Ferro era paso por paso en las categorías. Ahí tuve la
suerte que me llamaran de la selección juvenil de Argentina. - ¿Cómo fue esa experiencia? - En ese entonces se armaba un selectivo con cuatro o cinco chicos de cada club y
luego Carlos Pachamé y Carlos Bilardo elegían los que quedaban definitivos. A los 17
me llaman por primera vez y quedé para jugar las eliminatorias en Argentina y luego
el Mundial en Arabia Saudita. Tuve la suerte de jugar casi todos los partidos de titular,
con jugadores que hoy son grandes entrenadores, entre ellos, Diego Simeone. En las
eliminatorias hice el gol que nos dio la clasificación al Mundial. - ¿Cómo te tocó el salto a la Primera? - Después del Mundial, cuando volví, tuve la primera cita a Primera división. A los dos
meses de practicar con la mayor, debuté en primera, con 18 años. Por entonces, era muy
difícil debutar con una edad de 17, 18, se esperaba hasta que el jugador tenga 21, más o
menos. - Una vez que debutaste, ¿cómo fue tu recorrido en el fútbol? - Jugué aproximadamente 500 partidos en Ferro, con 39 goles, y en el 99 me fui a
Rosario Central. Después me fui al Bolívar de La Paz. Anduve por México y China,
donde no me pude adaptar. Al final estuve en All Boys, San Martín de Tucumán y Atlético
Tucumán. - ¿Cómo fue esa llegada a Rosario? - Gracias a Dios fui a Central. Hoy en día cuando me preguntan por eso, siempre digo
que el mejor club que tuve fue Central. Por su gente, su historia, los compañeros que tuve
y la pasión que se vive. Ahí viví mis mejores momentos y los disfruté mucho. Tuvimos
la suerte de ganar la Copa Conmebol, que fue el mayor éxito que tuve en mi carrera.
Fue maravilloso. Hoy tengo recuerdos, que los comparto con mis compañeros de ese
momento, de lo que fue la ciudad en esa época. - ¿Cómo fue la decisión, luego del retiro, de arrancar con la dirección
técnica? - En 2005 estaba jugando al fútbol en Deportivo Italiano y de un día para el otro decidí no
jugar más. Volví a Tucumán, y ya con el curso de entrenador hecho en el 2000, comencé
a dirigir en las inferiores de Atlético Tucumán. Luego en el 2007 conocí a Omar Jorge,
que es de Pergamino, mi misma ciudad, y que dirigía a Douglas Haig. Ahí charlamos en
un hotel y le dije que cuando necesitara un ayudante técnico, yo estaba a su disposición.
Después de eso, un día me llamó y me propuso que trabaje con él. - Si hoy en día hay que contarle a un hincha de Central o Ferro lo que
está haciendo Biazotti, ¿qué se le dice? - Que hoy siento el fútbol como lo sentí desde el primer día. Hace poco logramos el
ascenso al Nacional B con Douglas Haig, que es muy difícil. Que estoy totalmente
contento de que pueda contarle a mis jugadores lo que yo viví en mi momento cuando
estaba en su lugar y que me encanta estar del lado de profesor. Lo lindo de esto es que
sigo aprendiendo de todo, desde un chico de quince años, hasta con el más grande.
También hoy tengo la ilusión de poder dirigir a equipos que me han tocado como jugador,
como Central, y poder darle, por lo menos, un poco de lo que me dio el club a mí. Aquel joven del barrio Municipal de Pergamino, donde jugaba con amigos en los potreros,
hoy puede contarle a todos que el fútbol fue la mejor decisión que tomó en su vida. Así, el
Bocha dejó en claro la emocionante vida de un futbolista. Él pudo tener una buena carrera
como jugador, pero ahora va por más y quiere ganar todo desde el banquillo.
(Por Manuel Ceballos) El integrante del seleccionado Argentino de Amputados Diego Pesóa se tomó su tiempo para contar su historia y cómo se encuentra hoy en referencia a su vida y al deporte que más quiere, el fútbol. Contó sus experiencias como jugador del equipo nacional, parte de su vida y todos sus logros.
Diego Pesóa remarcó cómo fueron sus inicios en esto, cuando dijo: “Nunca quise dejar de jugar al fútbol, es más, siempre busqué la forma de seguir, sabiendo que no tenía la capacidad para poder hacerlo, hasta que un día comencé a entrenar e hice todo lo posible para estar donde estoy hoy”.
Las cosas no salieron de la mejor manera para Pesóa, a quien la salud le jugó una mala pasada. “Después de haber perdido la pierna, empecé a plantearme de otra manera las cosas y año a año cumplir con las metas que me propuse y prometí. Una de esas fue la de volver a hacer lo que más me gusta, jugar al fútbol. Y de ahí en más, otra etapa de mi vida tomó camino y así fui tomando rumbo en mi cuidad con el fútbol de amputados”, admitió el jugador de la Selección Argentina de Amputados.
Pesóa dijo que el fútbol de amputados es más amateur que cualquier otro y que espera que algún día llegue a ser profesional. “Ese amateurismo está presente en todo momento, ya que no es fácil subsistir participando de este deporte aunque en cada participación se dé lo mejor de cada uno y se quiera llegar más lejos”, señaló el jugador sobre las condiciones de este deporte y cómo se vive practicándolo.
Cuando se habló de selección nacional, ahí la cosa cambió un poco y el jugador dijo: “Es una etapa que se logra con esfuerzo, mucho sacrificio y acompañado de una gran paciencia y predisposición. Esto da un impulso muy grande y hace que las ganas de seguir sean el doble que las de dejar de hacerlo, ya que muchas veces se te cruza por la cabeza tirarlo todo y no volver a intentarlo”. Además de esto, reconoció que las condiciones en el equipo nacional no son las mejores, por factores como la falta de equipamiento y demás, pero que aparte de todo esto “es un gran orgullo formar parte y vestir la camiseta argentina”.
Sobre sus experiencias, Diego Pesóa admitió: “En lo personal me siento muy bien, muy contento de haber vivido todo esto y de estar en la selección, formando parte de 'Los Flamencos', algo que nunca pensé que iba alcanzar. Aparte de ser un orgullo representar al país, y más que nada a mi cuidad, que siempre me apoyó en todo momento e hizo que hoy esté en este lugar. Que la gente de Crespo se quede muy tranquila que voy a dejar todo cada vez que me toque jugar”.
“Muchos familiares y amigos fueron a verme y a despedirme cada vez que me tocó jugar. Así fue cuando me subí al micro para Rosario y después a Buenos Aires, donde una cantidad de gente me acompañó y me hizo sentir de la mejor manera”, dijo Pesóa sobre el apoyo de su gente.
En los dos campeonatos mundiales que participó, el jugador habló de sus experiencias y reconoció que es algo inolvidable y espera poder jugar otra Copa del Mundo con la selección. “En los dos torneos que estuve, llegamos de la mejor manera. Uno se hizo en Crespo en el año 2010, donde terminamos en el segundo lugar perdiendo con Ubezkiztán, selección bicampeona. Después en 2012, en Rusia, terminamos en el cuarto puesto”, compartió el jugador.
Pesóa siempre tuvo los objetivos bien claros y dijo: “Me gustaría que me vaya bien, para favorecerme y seguir creciendo. Además también para ayudar al equipo. Desde que empecé a entrenar, tuve tiempo de adaptarme y practicar de la mejor manera. Tengo mucha más fuerza y estoy muy bien psicológicamente, que es lo fundamental en este deporte. Me dieron una mano muy grande mis familiares y mis amigos”.
Antes de terminar, Pesóa sostuvo: “Quiero salir campeón con el seleccionado argentino y creo que podemos lograrlo, ya que este año estamos entrenando muy bien y hay mucho más equipo que años anteriores. Tenemos mucha juventud, cuando hay recambio no se siente el rendimiento y eso es muy bueno. Los que tenemos experiencia tratamos de ayudar a los que recién entran, para hacerles entender lo que significa vestir la camiseta y representar a nuestro país”.
(Por Matías Magán) Ernesto “Fino” Gehrmann nació en Oberá en 1945. Jugó en el club Tokio de Posadas, en
Gimnasia de la Plata, seis años estuvo en el Palmeiras de Brasil, volvió a Gimnasia, luego jugó
en Banco Provincia de Buenos Aires y finalizó su carrera en el Tokio. En la selección de Misiones
estuvo desde el 63 al 67. Además, jugó en el seleccionado de la provincia de Buenos Aires,
aunque después de este lapso volvió al seleccionado misionero desde el 77 al 84. Integró la
selección Nacional desde el 65 al 79. El basquetbolista misionero sigue llamando la atención por
sus más de dos metros de altura y también a la hora de dialogar con Deportes Semanario, donde
repasó su carrera. - ¿Cómo llegás a la Selección? - El Campeonato Argentino de Mendoza, en 1963, fue el que termina de darme el reconocimiento
para llegar al equipo nacional. Fui como integrante de la selección de Misiones. Un año antes,
cuando el torneo fue en Posadas, ya había sido preseleccionado. Pero mientras me entrenaba
sentí miedo y me escondí en los montes de Colonia General Alvear, un pueblo cerca de Oberá, mi
ciudad natal. - ¿Cuándo superás ese trauma? ¿En qué momento debutás en la selección nacional? - En Mendoza ya lo tenía superado al trauma. Impresionaba mi altura en ese momento, medía
2,06 metros. Hay una anécdota que recuerdo mucho, cuando caminábamos por las calles de
Mendoza, un lugareño preguntó en tono de chiste: "¡Oigan! ¿Y a éste para qué lo tienen?".
Gente de Misiones, que estaba conmigo, contestaron haciendo gala de su orgullo turístico: "¡Lo
tenemos para pasarles el plumero a las Cataratas!". En la selección debuto tres años más tarde, en
febrero del 66. Recuerdo que fue contra Paraguay, en Cosquín, jugando el torneo "Confraternidad
Americana". - ¿Cuándo te retirás? ¿Qué sensación te dejó tu paso por el equipo nacional? - En 1978 cumplo mi última temporada internacional y hasta ese momento igualé el récord de
permanencia en el equipo nacional, con doce años de trayectoria, todo esto era considerando mi
debut y la última vez que jugué. Esa misma marca la tenían Rafael Lledó y Ricardo Alix. Hoy, si no
me equivoco, con 16 años, ese récord lo tienen Carlos Raffaelli y Carlos Romano. Fue una época
hermosa, el ser alguien y reconocido me ayudó a superar esos traumas que tenía y la vergüenza
que me provocaba la altura. La gente me demostraba su cariño y eso no me voy a olvidar jamás.
En su amplio abanico internacional se destaca su participación en seis Campeonatos
Sudamericanos, tres Juegos Panamericanos y dos Mundiales (1967 y 1974). - ¿Qué opinás de Luis Scola, el jugador que te arrebató el récord de puntos en la selección
durante el Mundial de Turquía 2010? - Luifa es un jugadorazo, aparte de ser un muy buen chico. Me puso muy contento, esa marca
la tenía hace 36 años y para mí significó que el básquet argentino tiene un buen recambio, esta
generación dorada quizás sea insuperable por la excesiva cantidad de logros que tuvo. Volviendo
a Luis, tuve la oportunidad de jugar con su padre y mi hijo de jugar con él, así que lo conozco
bastante y por eso me alegro mucho que haya sido él quien pasó esa marca. Es muy gracioso
porque recién ahora la gente se enteró de que yo era el que más puntos tenía, la prensa antes no
le daba tanta importancia a estas cosas.
Después de haberse escondido aquella vez en los montes misioneros por miedo, Finito pisó
la cancha en 24 países distintos, es un grande y sin dudas uno de los mejores deportistas
argentinos del siglo XX. - ¿Por qué clubes pasaste en tu carrera? - De Tokio en Posadas me fui a Gimnasia y Esgrima La Plata y de ahí paso al Palmeiras en San
Pablo, Brasil. Vuelvo a Gimnasia a mediados de los 70 y con ese gran equipo fuimos bicampeones
de la Capital Federal. - ¿Cómo ves a la selección de cara al mundial del 2014? - Equipo tenemos, pero hasta no saber quiénes van a jugar está complicado. Lo que fue la
generación dorada va a ser difícil de igualar y hoy la mayoría de ellos ya no está en el nivel de
antes. Lo de Manu en la NBA es incalculable, te pone la piel de gallina. Luifa sigue teniendo
grandes rendimientos como Delfino. Prigioni se terminó destacando en los Knicks a pesar de su
edad. Como te decía, equipo tenemos pero hay que ver con que jugadores llegamos a la cita. Hay
selecciones muy fuertes.