lunes, 17 de junio de 2013

Le voló la ilusión


(Por Rodrigo de Moya) Oriental cayó frente a Unión Americana por 2 a 1, pero el principal protagonista de la jornada, y de la fecha en general, no fueron los jugadores ni los dirigentes, las miradas no se centraron en los árbitros ni en el público, la vedette de la jornada fue el intenso viento. Tal fue su incidencia en el encuentro que el técnico local llegó a echarle la culpa por la derrota de su equipo.
En una nueva jornada gris, en donde el cielo plomizo parecía caerse a pedazos, se disputó una nueva jornada de la cuarta división del Torneo Infantil "A". Allí el que dijo presente fue el intenso viento, que se llevo incluso más críticas que las que habitualmente acarrean los árbitros. Las ráfagas iban y venían, un sombrero que volaba por la tribuna local, bufandas que se movían al ritmo de una típica jornada de otoño y las maldiciones de algunos le dieron un condimento especial a un domingo de fútbol.
Un centro de Unión que parecía quedar corto, un arquero que se relajó ante la situación y una ráfaga que, como si fuera una película, hizo mucho por el gol: el envión que le faltaba al centro se lo brindó aquel ventarrón y la pelota atravesó los tres palos, los jugadores quedaron atónitos ante la situación, inesperada por siempre, y el técnico comenzó a murmurar.
"Que día pedorro", fue una de las tantas frases que pareció lanzar al viento el técnico aurinegro que, como si fuera poco, le echó la culpa de su parcial derrota a las inclemencias climáticas. Nadie podría dudar que un encuentro se suspenda por una jornada tormentosa, de esas que hacen que las pelotas literalmente floten, pero ¿quién se animaría a pedir la suspensión de un encuentro por el viento?
 ­ Pero como en el fútbol nada es extraño, el polémico técnico de Oriental lo consiguió. Es que fue tanta la desesperación de que su equipo, a esa altura, fuera perdiendo 2 a 1 que se animó a pedir la suspensión por dicha inclemencia.
Pero, como dice el refrán, "a las palabras se las lleva el viento": ningún integrante de la terna arbitral tomó en serio sus reclamos. Hubo incluso quienes no pudieron aguantar sus carcajadas, y es que a pesar de ser un viento fuerte, no fue un huracán.
Así es que los locales se fueron a los vestuarios hechos una furia, mientras que el protagonista de la tarde (el viento, claro) seguía haciendo de las suyas, e incluso se animó a arrancarle de las manos al entrenador una toalla amarilla. Finalmente, para el técnico de Oriental el único consuelo fue echarle la culpa al viento.

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