Hernán Sánchez, árbitro del baby rosarino, contó acerca de sus experiencias personales y opinión del nivel de la ciudad
Por Manuel Arriete
El arbitraje es una profesión que se podría catalogarse como una de las más odiadas a nivel mundial. Pero lo que la mayoría de las personas consideradas futboleras no ve, es la pasión que sienten ellos al estar dentro de una cancha e impartir las reglas de juego de la mejor manera, sabiendo que si se equivocan se les puede generar un problema, por tan sólo un juego. Es por eso que Hernán Sánchez empezó a dirigir nada más y nada menos que a los 38 años, “acordándose”, después de mucho tiempo, que ésa es su verdadera vocación.
Seguramente los árbitros sufren distintos tipos de acoso dentro y fuera de una cancha de fútbol, pero eso no significa un obstáculo para estar cada fin de semana presente y hacer lo que saben hacer mejor. Por eso Hernán Sánchez contó: “Después de 18 años me di cuenta de que podía llegar a ser árbitro. Elegí el colegio de de la cooperativa de Rosario y empecé el año pasado dirigiendo los chicos del baby junto con asistentes”.
Dirigir a los más chicos probablemente deje de lado los problemas con los jugadores, pero hay otro punto negativo, que son los padres. Pero no hay que meter a todos dentro de la misma bolsa, porque sólo son algunos los disparatados que protestan por cualquier jugada y sin dudas manchan al deporte. Ante esto Sánchez afirmó que “los insultos quedan adentro de la cancha y si se puede se charla en el vestuario”. Además agregó que “aquel que empezó en el arbitraje del baby y no discutió con ningún padre, hoy no está dirigiendo”.
El nivel del arbitraje es un tema que recurre en todo tipo de charlas, ya sea a nivel nacional o local. Es un punto de constante crítica en el cual Sánchez opinó que “hay varios jóvenes, compañeros de 15 y 16 años que están haciendo el curso nacional de árbitro y pretender dirigir a ese nivel algún día”. Hablando más de aquellos referees que están asomando se refirió a Gustavo Lesner, otros que ya imparten justicia en el fútbol como Sergio Pessota y Saúl Laverni y otros que ya dejaron de dirigir, como es el caso de Claudio Martín. Justamente con Lesner, el árbitro posee una buena relación de amistad y se dio el lujo de contar una anécdota: “Un día me crucé a Gustavo Lesner entrenando en el parque Scalabrini Ortiz. Le dije 'hoy nos venimos a encontrar en la misma posición', a lo que Lesner me respondió: 'Justamente te estaba buscando, solamente para que vengas a dirigir'”.
Sin dudas que impartir esta profesión tiene puntos positivos y negativos, pero Sánchez rescata solamente aquellos aspectos a favor, que son el hecho de conocer personas nuevas, formar amistades, enterarse de otras formas de vida y de historias que son irreproducibles. Y, sin embargo, seguir dirigiendo.
Por último el árbitro del baby rosarino habló de su experiencia personal, y sostuvo que si pudiera volver el tiempo atrás hubiese empezado a dirigir a los 18 años. Y remarcó: “Se tiene que empezar de chico en esta profesión, porque para ser árbitro nacional necesitás una edad máxima de 25 años, y sino lograste debutar no sos nadie”.
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