lunes, 26 de agosto de 2013

Un pueblo bien futbolero


(Por Bruno Ferrara) Santa Lucía es un pueblo ubicado a 30 kilómetros de la ciudad de San Pedro. Según el último censo, no supera los 7 mil habitantes. Sus orígenes son típicos de aquellas poblaciones que surgen a partir de una estación de ferrocarril, a fin de servir de alojamiento a los trabajadores ferroviarios en una de las cuantas escalas que realizaba aquel tren Belgrano (hoy sin actividad). A lo largo de toda esa historia, el fútbol siempre fue uno de los entretenimientos más importantes y necesarios para la comunidad.
Con un plantel formado por las primeras familias asentadas en el pueblo y bajo el nombre hereditario de Club Deportivo Central Córdoba (como una de las tantas sucursales que dejó el ferrocarril) se conformó el primer equipo oficial de Santa Lucía allá por el año 1905. Después de varios años en los que hubo campeonatos, amistosos con equipos de Primera División, descensos, declaraciones de quiebra y demás sensaciones, a casi 110 años de su fundación, esta noble  ­institución sigue moviendo multitudes y se puede decir que el deporte se ha vuelto en una especie de motor de la localidad.
Hubo un hecho que marcó para siempre el sentido de la última frase y el sentir del pueblo santalucense: el día que el fútbol se detuvo. Una mala dirigencia endeudó al club a tal punto que la cifra se volvió insostenible para seguir compitiendo en la liga zonal. Fue así que la pelota cayó en la huerta de aquel vecino que sin piedad despedaza a cuchillazos el esférico para la tristeza de un grupo de niños, en este caso el pueblo. Esto generó en primer lugar la fuga de juveniles y jugadores propios de las categorías más altas a equipos de zonas aledañas. El factor de la distancia para jugar competitivamente alejó a muchos jóvenes del deporte.
Pero lo más doloroso aún fue la falta de fútbol en el pueblo, las actividad dominguera del santalucense tipo, que pasó de estar pensando toda la semana en el partido siguiente para ir a la cancha. Así pasaron cinco largos años en donde la monotonía de los fines de semana se volvió abrumadora, no existía ningún entretenimiento a nivel deportivo, salvo los pocos campeonatos por dinero que pocas veces se organizaban.
Pero a principios de 2012 gracias a un grupo de jóvenes emprendedores bajo el slogan de “El Lobo vuelve”, con mucha iniciativa a fuerza de rifas, esfuerzo monetario propio y la disposición de la gente de Santa Lucía para todas las ideas que se propusieron (cenas, eventos, cuotas de socio elevadas, etc), se soñaba con la vuelta del fútbol a la localidad. Sueño que se consumó en marzo de ese mismo año. Quienes allí habitan conocen la expectativa y el furor con la que se vivieron las semanas previas al debut en la vuelta que, casualidad mediante, estaba pactada contra General San Martín de Pérez Millán (ciudad ubicada a 18 kilómetros) el rival de toda la vida, con quienes protagonizaron los clásicos más calientes de la Liga Sanpedrina.
Las redes sociales explotaron, las remeras y utilería que se vendían se agotaron y por sobre todas las cosas el pueblo volvió a vivir ese folclore, el de las cargadas a jugadores amigos o conocidos, el de recordar viejos “cantitos”, el de organizar cómo viajar para alentar de visitante, el de la alegría dominguera que brinda una victoria del pueblo, que varios estaban olvidando.
La vuelta fue una fiesta: victoria ante el clásico rival en El Bosque (como se apoda a la cancha de Central Córdoba), alrededor de 1200 almas locales colgadas del alambrado y un festejo a modo de desahogo que varios viejos sabios compararon con la obtención de cualquier título logrado.
Atrás quedaron los domingos aburridos, River y Boca pasaron a estar en un segundo plano. Durante los tres campeonatos siguientes, hasta la actualidad, se puede decir que Santa Lucía entero se movilizó a todas las canchas donde su equipo representativo jugó. Tal vez queriendo dejar en claro lo importante que es el fútbol para la comunidad y demostrando que hay algo además de once tipos corriendo detrás de una pelota.

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