lunes, 16 de septiembre de 2013

Un camping, hogar a la fuerza de algunos

(Por Juan Pablo Gómez) Camping, según la Real Academia Española, es una instalación eventual, en terreno abierto, de personas que van de camino o que se reúnen para un fin especial, para albergar viajeros, turistas, personas en vacaciones, etcétera. Pero hay algunos que toman estos lugares para hacer su vida y considerarlos su hogar. En el Camping Municipal de Granadero Baigorria hay un conjunto de personas que han tomado el espacio público como su lugar en el mundo. Allí convergen historias de vida que tienen como denominador común el impedimento de tener su casa propia. En Lisandro de la Torre y el Río Paraná viven, entre otros, Milton, Víctor y Rodolfo. Todos tienen algo para contar.
 Rodolfo, pintor de unos 40 años, vive en una casa rodante dentro del camping. “Vivo en éste camper hace 6 o 7 años. Me separé y sólo me quedó mi auto (un Renault 12), así que junté algo de plata, me lo compré y salí a recorrer. Cuando se me terminó el dinero, me tuve que quedar en algún lugar y me vine acá”, contó. 
 A unos metros vive Milton, un baigorriense de 22 años. “Me tuve que ir de mi casa hace unos dos años y no tenía dónde ir. Después de andar por casas de amigos, me enteré que acá tenías baños limpios, agua potable, luz y había gente viviendo acá así que pedí prestada una carpa, que después me regalaron, y me vine”, dijo. Además el joven explicó la dificultad del primer momento en el camping. “Al principio era difícil dormir pero después me fui acostumbrando y la 'comunidad' que se armó acá me ayudó desde lo psicológico. Yo estaba acostumbrado a vivir en mi casa, con mis cosas y asumir que tu vida cambió es muy difícil”.
 A diferencia de Milton, Víctor, de 30 años, no parece sufrir por su situación. “Hace 10 años salí de mi casa en Vicente López (Buenos Aires) para recorrer el país de mochilero y lo adopté como forma de vida. Este fue uno de los primeros lugares donde estuve cuando me fui de mi casa, fue un lugar de paso y no estaba para nada como ahora. Después seguí mi camino hacia el norte, estuve un tiempo en Jujuy y decidimos junto con otros muchachos que ahora no están acá ir a Córdoba y Rosario a probar suerte. Estuvimos un tiempo en Cura Brochero y después nos vinimos para acá”, contó. Aunque reconoció: “A medida que pasan los años uno empieza a quedarse más en los lugares y es difícil vivir en una carpa. Igual veo muy lejana la posibilidad de buscarme una casa”. 

¿Cómo se ganan la vida?
“Yo soy artesano y vivo de lo que hago. Estar cerca de Rosario me permite vender mis productos en la Peatonal Córdoba, además acá (en Granadero Baigorria) hay muchas ferias, lo que me da lugar a comercializar lo mío”, contó Víctor. Por su parte, Rodolfo dijo: “Soy pintor, generalmente pinto casas pero también hago cuadros y se los doy a los chicos que van a ferias para que los vendan. Con unos amigos armamos como nuestra 'pyme' y tenemos nuestra clientela”. 
 El caso de Milton es particular. A pesar de tener un trabajo que le permitiría, según él, alquilar algún lugar pequeño, decide quedarse en el camping y no invertir dinero en una casa.

¿Qué dificultades tienen al vivir en el Camping?
 “No tenés las mismas comodidades. No es lo mismo tener todo en un mismo lugar que caminar 100 metros para ir al baño. Igual te la ingeniás, acá tenes electricidad y agua potable. Hay algunos que tienen hasta estufas”, explicó Víctor. “Es similar a vivir en la calle, salvo que tener una entrada cambia desde lo psicológico. Tiene muchas incomodidades, si lo comparás con una casa, pero antes que vivir de vagabundo es algo”, aseguró Milton. Por su parte, Rodolfo, ayudado por su casa rodante contó: “Para mí no hay mucha diferencia. El camper es como una casa y acá hay facilidad para conseguir agua, bañarse e incluso tengo electricidad. Yo la paso bien”.
 Sin embargo, el clima parecía ponerse en contra de la comodidad de los tres hombres. Varios días de lluvia hicieron que Milton y Víctor tuvieran que dirigirse a otro lugar. “Preguntamos cuánto va a llover. Si llueve un día y no mucho, nos quedamos pero si llueve por varios días o en mucha cantidad nos vamos a otro camping con un techo y después volvemos”, explicó el artesano. “Los días de lluvia son complicados por el barro que se junta pero yo mucho no lo siento. Los chicos en carpa sí lo sufren, se van a otro lado, los que pueden, y hay algunos que se van a los autos que están en el corralón municipal, dentro del mismo camping”, contó Rodolfo.
 A pesar de todos los inconvenientes, los habitantes del camping parecen haberse resignado a tener ese estilo de vida. Si bien Rodolfo y Víctor se muestran conformes con esa situación, hay otros que lo hacen por una necesidad y añoran tener un techo donde poder desarrolla una vida normal. 
 Mientras a pocos kilómetros se construyen torres habitacionales lujosas, existen dentro de la misma sociedad personas que deben ingeniárselas para poder sobrevivir. Lamentablemente, ellos saben que las autoridades van a mirar hacia otro lado y desligarse del problema. Estará en el resto de la comunidad mirar a los ojos a todos los que, como Milton, Rodolfo o Víctor, andan sin suerte por la vida y hacerlos escuchar para que tengan una vida digna.

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